La Fuente

Sirvió como espacio de despegue para algunas de las principales bandas del rock nacional, principalmente de la escena punk, metalera y alternativa. Durante la década del 90, cuando en CABA comenzaron a escasear las salas para conciertos, La Fuente, fundada por el recordado Omar Carancio y Jorgelina Solorzano, sirvió de refugio para que cientos de bandas de todo el país tuvieran un espacio donde tocar en vivo. A más de tres décadas desde su creación, en 1992, este establecimiento, que cuenta con un estudio de grabación propio y es utilizado como sala de ensayo, se convirtió en un epicentro cultural de las diferentes tribus urbanas que, a través de su pasión por la música, hallaron un lugar de pertenencia y encuentro. En este mítico local pasaron, entre otros, Flema, Dos Minutos, Horcas, Animal y Fun People. 

Al principio tocaban mayoritariamente bandas heavy, después empezaron a ser más las bandas punk, llegamos a hacer fechas de 5 o 6 bandas, desde las 7 de la tarde hasta la 1, que era cuando pasaba el último tren y todos salían corriendo y se trepaban a la estación. En el momento de mayor auge de 2 Minutos, vino su manager a organizar un show, quería hacerlo un sábado, pero yo le dije que tenía que ser un domingo. A él no le convencía la idea para nada, así que le propuse que viniera al siguiente domingo. Cuando vino y vio que estaba el local explotado, no lo podía creer. Es que acá, las bandas de la zona convocaban mucha gente y siempre se llenaba. Yo tuve un romance con las bandas punk. Fue conocernos, imponer disciplina, respeto, y después ya me relajé porque con ellos podía quedarme tranquila. (…) Ricky Espinosa era todo un personaje y muy particular su relación con el público, su forma de rebelarse frente a lo establecido. Era muy fiel a eso. A veces luchaba porque él venía en tren y me traía una chorrera de gente que iba conociendo en el camino para entrar gratis. En la puerta me decían “Ricky me dijo que podía pasar…”, y yo les respondía que, si los dejaba pasar, Ricky después no cobraba. Y te puedo asegurar que esa parte no le gustaba, porque a la hora de hacer números, era el mejor contador del universo. Podría estar muy metido en su reviente, pero cuando nos sentábamos a negociar tenía todas las luces prendidas. (…) Con el tiempo generamos una relación de amistad con muchos músicos. Acá, por ejemplo, Alejandro Sokol armó El Vuelto; debutó Walter Meza con Horcas, y siempre lo recuerda; el Tano Romano vino prácticamente con todas sus bandas; Andrés Giménez, que nos conoce desde que era chico y estábamos en el Paseo De Las Flores, cuando por ahí tiene que tocar en otro lugar de Hurlingham, viene a cenar con nosotros. Y está bueno que se acuerden, que valoren el buen trato. Nuestra intención con cada banda que viene es que se sienta profesional, si son desprolijos, marcarles el camino, darles ánimo para seguir. Estamos en un país donde la música no tiene un mercado masivo. Acá las bandas no se hacen famosas, se hacen conocidas. Y es complicado tener que estar poniendo plata. Tenemos bandas que vienen a ensayar solo por amor a la música y nosotros les decimos que no pierdan eso de reunirse y tocar los temas que les gustan. Ese vínculo que se genera es la parte más linda de todo esto.

Testimonio de Jorgelina Solorzano (2024)